martes, 24 de octubre de 2017

Queridos ilustrados. gracias.


Como ayer me quedé sin entrevista en la tele por motivos que no vienen al caso, y lo que iba a decir creo que es muy motivador, bonito, sincero y directamente salido de lo más profundo de mi alma os lo voy a escribir. Quería contar qué hago en Zaragoza, cómo acabé aquí, por qué y cómo monté Eventos Ilustrados y qué tal es esto de emprender (por si alguien quiere y no se atreve o tiene dudas al respecto).
Quiero dedicar este texto a todos mis queridos ilustrados. A todos los cientos de clientes (ya miles!) que habéis confiado en mi en uno de los días más importantes de vuestras vidas, a todas las maravillosas personas que habéis vuelto cuando habéis sido papás o tíos y me habéis contado la buena nueva y necesitado mis servicios por segunda o tercera vez. A los que, al volver de la luna de miel, habéis querido fundiros conmigo en un abrazo lleno de cariño y respeto, a los que veo por la calle y me saludáis con una inmensa sonrisa aunque pasen los años, a los que habláis de mi a vuestras amigas casaderas y les aseguráis que "Claudia te va a tratar super bien", a los que reconocéis a mi hija por la calle y sabéis su nombre aún sin haberla visto nunca... a TODOS LOS QUE HACÉIS QUE TODO ESTO SEA POSIBLE. Por supuesto a mi famila y amigos. GRACIAS.

"Soy Claudia Dern, nacida en Barcelona, maña de adopción y dueña de Eventos Ilustrados.
Me enamoré de Rober siendo una cría. Perdimos el contacto pero el tiempo quiso que nos reencontráramos y empezáramos la relación más bonita del mundo.
En la universidad, estudié diseño gráfico e industrial y, harta de una relación a distancia, decidí compaginar mi último año de carrera en Barcelona con las prácticas universitarias en Zaragoza a 300 km. Parecía una locura sobre el papel y, como dicen, la realidad siempre supera la ficción!
Menudo año:
- clase lunes y martes todo el día, proyecto final miércoles por la mañana.
- cogía el bus o el tren el miércoles al mediodía y me plantaba en las prácticas en zaragoza el miércoles por la tarde, jueves y viernes
- Pasábamos el fin de semana juntos con mil apuntes por repasar o terminando alguna maqueta, y el domingo o lunes por la mañana me volvía a la universidad
A veces iba a clase con la maleta directamente porque no me daba tiempo ni a pasar por casa.

Corría el año 2010, año en el que pocas empresas contrataban, mucho paro, pocas oportunidades y la empresa en la que hice mis prácticas no vivía una situación diferente. Finalicé mi contrato y me fui. Tantos años estudiando, tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tantas horas en el tren yendo y viniendo y la única ventana que tenía abierta hacia el mundo laboral que deseaba se cerró.
Desde pequeña siempre he visto a mi madre trabajar desde casa, es abogado y ha tenido siempre su propio despacho. Me ha criado sola y trabajando todo el día. Supongo que, como he crecido entre sus toneladas de papeles, una de mis grandes pasiones ha sido siempre esta, el papel. No el papel de mi madre de escrituras y palabrejas, no! Sino el papel en sí, me ha fascinado siempre. De hecho, cuando las demás niñas jugaban a médicos, yo maquetaba revistas, recortaba letras o formas y las pegaba después haciendo mis propias composiciones.
Llamé a mi madre desesperada, no tenía trabajo ni sabía dónde ir. No conocía a nadie, me había pasado los últimos 6 meses en el tren y no conocía ni tan siquiera la ciudad.
Se plantó en Zaragoza y me dijo que no esperara, que montara mi propio negocio, que me gastara lo poco que me quedaba en tener en una oportunidad, que fuera a por todas. A los 19 años monté mi primer negocio y fue un auténtico fiasco. No me veía ni más ni mejor preparada con 24 años y temía un segundo fracaso. Además, tampoco sabía sobre qué podría tratar este negocio, no tenía ni la más remota idea.
Hablando sobre esto estábamos las dos, por estas fechas hace 7 años, comiéndonos unas sardinas en un bar del tubo, masticando a duras penas por el nudo que tenía en el estómago y, de repente, vemos pasar una novia con un precioso vestido blanco. Y le digo a mi madre “Mira! Qué guapa va” y me dice “Sí, preciosa”. Seguimos comiendo y bebiendo y, de repente, otra novia. Y Le digo “Mira mama, esta también va guapísima” y me dice “Sí, casi me gusta más que la anterior”. AL poco pedimos otra ronda, y con ella aparecen 5 novias más escalonadas en intervalos de 5 o 10 minutos en los que mi madre comentaba “Vaya, si que están de enhorabuena! Cuántas bodas, qué alegría”. 
Se hace el silencio, la miro y le digo “Oye, y por qué no hago invitaciones de boda super chulas, personalizadas, al gusto del cliente? Tengo un montón de conocimientos de diseño, me gusta el papel y no tengo nada que perder”

Dicho y hecho. Sin estudio de mercado previo, sin clientes, sin dinero, sin despacho, sin experiencia me lié la manta a la cabeza y monté Eventos Ilustrados. Al principio hacía visitas a domicilio, quedaba en bares, me fui hasta Madrid por no perder un cliente, corrí la voz por todas partes. A mi primer montaje de boda fui en coche de la autoescuela, no me había dado tiempo de sacarme el carnet y contraté 2 horas de clase práctica para poder llegar hasta la finca, descargar todo lo del coche, montar y volver a Zaragoza en el coche del Racc; la profesora sentada a mi lado estaba alucinando.

Helena, una prima de Rober, trabajaba de extra como camarera para un grupo de fincas de bodas en Zaragoza, me dio el teléfono del encargado y me planté al día siguiente con un portfolio que había hecho en menos de 24h. Le empecé a explicar que tenía muchas ganas, mucha energía, que haría lo que fuera para que funcionara y, de esa reunión nació una relación comercial super próspera de 5 años.
5 años SIN PARAR. 5 años en los que habré ido a la peluquería 3 veces, 5 años trabajando de lunes a domingo como una posesa. 5 años recibiendo a más de 300 parejas al año, hasta 12 parejas al día. 5 años sin comer ni dormir. 5 años dedicados por y para, como yo le llamo cariñosamente, mi primogénito: Eventos Ilustrados.

Emprender, bendito y maldito tesoro. El factor común de todos los emprendedores creo que es el miedo. Miedo a despertarnos y quedarnos sin clientes, miedo a quedarte sin ideas, miedo al fracaso. Cuando emprendes, tu trabajo no es un trabajo, no es un medio para ganarte la vida. Es tu vida. Tienes miedo a perder algo tan querido y tan valioso como un hijo. Por tu negocio renuncias a todo, por él lo has dado todo y has invertido todo lo que tienes. Fueron 5 años en los que no paré de crecer e intentar mejorar, ser más competitiva. Hacer más, mejor y más rápido.

Fui la pionera en esta ciudad pero, al poco, empezaron a crecer negocios de bodas como setas y eso, sumado al miedo que ya te sale de forma natural, es un doble o triple miedo. No celebras las victorias por miedo a gafar tu buena suerte y te metes en una espiral sin fin de trabajo que te provoca muchísimas alegrías pero también un agotamiento profundo. Eventos Ilustrados me necesitaba, y por él abandoné a mi chico, mis amigos y mi familia.

Todas estas emociones me afloraron en forma de varios ataques de ansiedad e histéria. Ahí fue cuando entendí que no todo era el trabajo. Mi marido, mis amigos y yo misma me necesitaba. Eché el freno en seco. Dejé a este grupo de fincas que me requerían 24 horas al día, 7 días a la semana. Siempre les estaré tan agradecida… pero no podía ser. Así amanecí en año nuevo 2016. Horas después me enteré de que estaba embarazada.

Ahora, ya con 32 años y 7 años en el negocio, compagino las bodas con bautizos, comuniones e imagen corporativa, diseño para bares y restaurantes. Han sido 7 años de intenso aprendizaje en los que no cambiaría absolutamente nada.

Aragón: Esta tierra me ha dado los mejores y más intensos 8 años de mi vida, me ha dado a mi marido, mi hija, mi negocio, amigos, clientes increíbles, mi hogar. Uno no es de donde nace, sino de donde pace. Aquí llegué siendo una cría con una mano delante y una detrás recién destetada, no sabía nada de la vida, eché raíces, emprendí y ahora, ya mujer, esposa, autónomo y madre, puedo decir que me siento inmensamente querida, afortunada y soy tremendamente feliz. No soy feliz por tener mucho, sino porque he sudado todo lo que tengo y, para mí, tiene un valor incalculable".

GRACIAS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario